Un nuevo estudio revela el impacto de la actividad física en las etapas preclínicas. Publicado en Nature Medicine, el estudio comprobó que caminar entre 5.000 y 7.500 pasos diarios puede ralentizar el deterioro cognitivo y funcional en personas mayores con riesgo de Alzheimer.
La prestigiosa revista Nature Medicine publicó un trabajo que podría cambiar la forma en que entendemos la prevención del Alzheimer. El estudio, realizado por el Harvard Aging Brain Study, siguió durante más de una década a 296 adultos mayores cognitivamente sanos y descubrió que mantener una actividad física moderada se asocia con una progresión más lenta del Alzheimer incluso antes de que aparezcan los síntomas clínicos.
Los resultados fueron del estudio fueron claros: quienes caminaban más tenían un menor ritmo de acumulación de tau, una proteína asociada con la degeneración neuronal característica del Alzheimer, remarcando la importancia del ejercicio físico para el cuidado de la salud.

El nuevo estudio muestra que caminar más no reduce la cantidad de amiloide, pero sí frena la acumulación posterior de tau, que es la que se relaciona directamente con la pérdida de memoria y las funciones cognitivas.
En otras palabras: moverse no evita el inicio de la enfermedad, pero puede enlentecer su avance, actuando sobre una de las etapas más críticas del proceso neurodegenerativo.
Cuántos pasos hacen la diferencia
Uno de los hallazgos más importantes del trabajo fue la identificación de un umbral de beneficio.
Según el análisis, el efecto protector de la actividad física alcanza su máximo entre los 5.000 y los 7.500 pasos diarios, lo que equivale a entre 40 y 60 minutos de caminata moderada. A partir de ese punto, los beneficios se estabilizan: caminar más no aporta ventajas adicionales significativas en la progresión del Alzheimer.
Esto significa que el clásico objetivo de los 10.000 pasos diarios, popularizado en medios y apps de salud, no es una meta imprescindible para obtener resultados neurológicos positivos.
Fuente: La Insuperable