Horas claves que podrían desatar el “nudo comercial” entre gigantes de acero

China mantiene reuniones con Rusia y Estados Unidos. Con éste último se reunirá este fin de semana para destrabar conflictos comerciales

En una semana clave para la diplomacia internacional, China ha demostrado una activa presencia en dos frentes estratégicos. Por un lado, este fin de semana participará en un encuentro bilateral con Estados Unidos en Suiza, en lo que representa el primer acercamiento formal desde el inicio de la guerra comercial impulsada por la administración de Donald Trump.

Por otro, el presidente Xi Jinping viajó a Moscú para reunirse con su par ruso, Vladimir Putin, en el marco de las conmemoraciones por el 80° aniversario de la victoria soviética en la Segunda Guerra Mundial, reforzando así el vínculo político y simbólico entre ambos países.

El encuentro entre representantes comerciales de China y Estados Unidos —con He Lifeng y Scott Bessent como figuras centrales— busca distender una relación fuertemente dañada por la escalada arancelaria. Las sucesivas rondas de impuestos y contramedidas, la exclusión de China de la tregua arancelaria de abril y los cruces verbales entre ambos gobiernos han profundizado la desconfianza mutua. No obstante, Beijing ha accedido a participar del diálogo “a pedido de la parte estadounidense”, según informó su cancillería, aunque dejó en claro que defenderá sus intereses económicos frente a lo que considera políticas coercitivas por parte de Washington.

Simultáneamente, el viaje de Xi a Moscú —donde fue recibido por Putin en una muestra de afinidad estratégica— evidencia que China no busca aislarse del bloque euroasiático, sino todo lo contrario: posicionarse como un actor autónomo, capaz de mediar entre potencias enfrentadas y fortalecer sus alianzas alternativas. La visita, con un marcado tono simbólico por la efeméride conmemorada, reafirma una asociación política y económica que ha ganado protagonismo en los últimos años frente a las presiones occidentales.

Esta doble estrategia china revela una postura ambivalente pero calculada: por un lado, mantiene canales abiertos con Washington, consciente de que una ruptura definitiva podría perjudicar su comercio exterior y su estabilidad financiera; por otro, consolida su vínculo con Moscú, ofreciendo una señal al mundo de que no está dispuesta a ceder a las imposiciones unilaterales de Occidente.

Desde una perspectiva geopolítica, estos movimientos refuerzan la imagen de China como potencia global con capacidad de articulación multilateral, que busca consolidar su influencia sin alinearse plenamente con ninguno de los bloques en disputa. En términos económicos, la diversificación de socios —tal como adelantó recientemente el Diario del Pueblo— parece ser una pieza clave en su estrategia para reducir la dependencia comercial de Estados Unidos y amortiguar el impacto de posibles sanciones o medidas restrictivas.

En conclusión, mientras en Suiza se abre una ventana para el deshielo económico con Estados Unidos, en Moscú se ratifica una alianza política de largo aliento. China juega en dos tableros al mismo tiempo, con el claro objetivo de ampliar su margen de maniobra internacional sin renunciar a sus intereses soberanos.

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